Góngora.
Hermana Marica,
mañana, que es fiesta,
no irás tú a la amiga
ni yo iré a la escuela.
Pondráste el corpiño
y la saya buena,
cabezón labrado,
toca y albanega,
y a mí me pondrán
mi camisa nueva,
sayo de palmilla,
media de estameña;
y si hace bueno
trairé la montera
que medio la Pascua
mi señora abuela,
y el estandal rojo
con lo que le cuelga,
que trajo el vecino
cuando fue a la feria.
Iremos a misa,
veremos la iglesia,
darános un cuarto
mi tía la ollera.
Compraremos de él
(que nadie lo sepa)
chochos y garbanzos
para la merienda;
y en la tardecica,
en nuestra plazuela,
jugaré yo al toro
y tú a las muñecas
con las dos hermanas
Juana y Madalena
y las dos primillas
Marica y la tuerta;
y si quiere madre
dar las castañetas,
podrás tanto d'ello
bailar en la puerta;
y al son del adufe
cantará Andrehuela
"No me aprovecharon,
madre, las hierbas";
y yo de papel
haré una librea,
teñida con moras
porque bien parezca,
y una caperuza
con muchas almenas;
pondré por penacho
las dos plumas negras
del rabo del gallo,
que acullá en la huerta
anaranjeamos
las Carnestolendas;
y en la caña larga
pondré una bandera
con dos borlas blancas
en sus trazanderas;
y en mi caballito
pondré una cabeza
de guadamecí,
dos hilos por riendas,
y entraré en la calle
haciendo corvetas.
Yo y otros del barrio
que son más de treinta
jugaremos cañas
junto a la plazuela,
porque Barbolilla
salga acá y nos vea:
Bárbola, la hija
de la panadera,
la que suele darme
tortas con manteca,
porque algunas veces
hacemos yo y ella
las bellaquerías
detrás de la puerta.
Alberti, 1927. “Soledad Tercera. (Paráfrasis incompleta)”, [fragmento]. Cal y canto.
Conchas y verdes líquenes salados,
Los dormidos cabellos todavía,
Al de una piedra sueño, traje umbroso
Vistiendo estaban, cuando desvelados,
Cítaras ya, esparcidos,
Por la del viento lengua larga y fría
Templados y pulsados
Fueron y repetidos
Que el joven caminante su reposo
Vio, música segura,
Volar y, estrella pura,
Diluirse en la Lira, perezoso.
Lorca, “Soledad insegura. [En honor de Góngora]”, 14 de febrero de 1927.
Noche de flor cerrada y vena oculta,
-almendra sin cuajar de verde tacto-,
Noche cortada demasiado pronto,
Agitaba las hojas y las almas.
Pez mudo por el agua de ancho ruido,
Lascivo se bañaba en el temblante,
Luminoso marfil, recién cortado
Al cuerno adolescente de la luna.
Y si el centauro canta en las orillas
Deliciosa canción de trote y flecha,
Ondas recojan glaucas sus acentos
Con un dolor sin límite, de nardos.
Lyra bailaba en la fingida curva,
Blanco inmóvil de inmóvil geometría.
sábado, 10 de julio de 2010
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